Una colaboración inédita que une dos voces únicas del panorama gallego actual bajo el sello Ernie Records.
«Cuándo te voy a volver a ver” es la primera colaboración entre Montedapena y Laura LaMontagne, una canción que captura con delicadeza esa sensación agridulce de los amores de verano: intensos, efímeros y llenos de luz. Publicada bajo el sello Ernie Records, la pieza se mueve entre la nostalgia y la ilusión, entre lo que se ha vivido y lo que aún podría suceder.
El tema nace como una carta sin destinatario fijo, una despedida que no termina de cerrarse. “Cuándo te voy a volver a ver” mira hacia finales de los años ochenta, tanto en su atmósfera como en su sonido: sintetizadores del mítico Yamaha DX7, ritmos envolventes y una producción que homenajea a aquella época dorada del pop electrónico sin renunciar a la sensibilidad contemporánea.
Montedapena y LaMontagne tejen, a dos voces, una conversación suspendida en el aire. Ella canta en gallego, él en castellano, y ambas lenguas se entrelazan con naturalidad, igual que la nostalgia y el deseo que recorren la canción. En ese diálogo se revela la esencia del tema: la imposibilidad de atrapar un momento que ya se escapa, y la necesidad, aún así, de celebrarlo.
El encuentro entre Montedapena, proyecto del músico y productor Héctor Rodríguez, y Laura LaMontagne, una de las voces más personales y magnéticas de la nueva música gallega, se produjo casi por azar, pero resultó inevitable. Ambos comparten una sensibilidad común: la búsqueda de lo emocional a través del detalle sonoro y la palabra precisa.
Durante el proceso de composición, Montedapena imaginó la juventud de su padre; uno de sus amores de verano con un destino incierto; el desarrollo de alguna de esas historias que un día escuchó, pero de las que nunca descubrió el desenlace. El artista, ahora, con la canción publicada, traza posibilidades en el aire de lo que pudo ser y no fue, de lo quizá estuvo a punto de suceder, de lo que se deseó, de cualquier posibilidad sin la certeza de si alguna de ellas fue o llegó a ser, en algún momento, realidad.
La grabación se desarrolló en un clima íntimo, casi doméstico, con el propósito de mantener esa cercanía emocional que el tema exige. De esa intención nació una canción que parece estar iluminada por la luz dorada de los atardeceres, pero con el aire fresco del presente.
«Cuándo te voy a volver a ver” no busca reproducir un sonido retro, sino releerlo desde la emoción actual. Los sintetizadores, las líneas melódicas suaves y las bases rítmicas discretas conviven con una producción que evita la saturación para dejar espacio a las voces e incluso a los silencios. Hay un espíritu propio, contenido y sincero.
La canción respira en su propio tempo: no hay prisa, ni artificio. Cada frase parece escrita desde la pausa, desde el deseo de retener algo que inevitablemente se escapa. El estribillo se abre con una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez, en alguna circunstancia: «¿Cuándo te voy a volver a ver?»; y en esa duda se concentra todo el peso emocional del tema. No hay respuesta, solo una melodía que acompaña el eco del recuerdo.
Uno de los rasgos más llamativos del tema es su bilingüismo natural. Lejos de ser un recurso estético, la alternancia entre el castellano y el gallego responde a una necesidad expresiva. Este encuentro entre lenguas y sensibilidades convierte “Cuándo te voy a volver a ver” en una pieza única dentro del panorama musical gallego actual. Su sonido trasciende las etiquetas y propone una mirada más amplia, donde la emoción y la textura sonora pesan más que el género o la procedencia.
Aunque su inspiración es veraniega, “Cuándo te voy a volver a ver” llega en otoño, cuando la luz se acorta y los recuerdos se intensifican. Es una canción que acompaña, que abriga sin abrumar, y que parece hecha para escucharse en movimiento, mirando por la ventanilla de un tren o caminando bajo una lluvia suave.
Con esta colaboración, Montedapena y Laura LaMontagne inauguran un camino conjunto que no descarta nuevas exploraciones sonoras. No es para menos, pues aquí, en poco más de tres minutos, ambos artistas logran condensar una atmósfera que se queda flotando una vez termina la música. Una despedida luminosa, una promesa sin fecha. Una canción que nos recuerda que, incluso cuando todo parece terminar, siempre hay una posibilidad de volver a encontrarse.
