De la mano de Ernie Records, Camellos dan el pistoletazo de salida a su décimo aniversario con un tema que mira al pasado sin ponerse blandos y que calienta un 2026 repleto de movimiento
Hay aniversarios que se celebran soplando velas, alquilando un reservado o montando un after que se va de madre. Y luego está Camellos, que para festejar sus diez años han decidido abrir la compuerta de su energía más primaria con Camón, la primera pieza del despliegue que preparan para 2026. El tema nace sin cálculo previo, siguiendo ese impulso que siempre les ha funcionado: dejar que la idea llegue antes de intentar entenderla. La chispa viene de Come On (Ven Aquí), el tema de Los Saicos que es casi una explosión en sí mismo, pero Camellos no lo versionan ni lo reinterpretan; lo usan como detonante para componer algo completamente propio.
Camón conecta directamente con su etapa más esencial: canciones que surgían de golpe, letras repetidas sin pudor, imágenes que aparecían tal cual en la cabeza. Una manera de crear que, más que primitiva, era auténtica. «Para nosotros Camón es una parte del origen de Camellos», cuentan. «Aquella época en la que las letras se repetían sin desarrollar, de forma visceral, tal y como nos aparecían en la mente. Lo que hicimos aquí fue engarzar una historia que remite a una España anterior, una España pretérita. Las imágenes brotaban solas, automáticas. No había análisis previo: lo que venía a la cabeza pasaba directamente a la letra».
Ese espíritu no solo está en la escritura, sino también en la música: guitarras punteadas con prisa, una estructura contenida que parece a punto de estallar y un ritmo que empuja sin adornos. Camón funciona como un mantra eléctrico, un golpe que se repite y se incrusta. Y ahí reside parte de su fuerza: en esa simplicidad que definiría sus inicios y que ahora utilizan con intención renovada. «Lo bonito —añaden— es que muchas veces entendíamos lo que habíamos querido transmitir sólo cuando ya estaba hecho, cuando escuchábamos las primeras demos. Era como descifrar lo que nuestro subconsciente había puesto ahí sin que nos diéramos cuenta. Esa manera tan visceral y tan básica de hacer las cosas fue la que dio lugar a nuestro primer disco. Y escuchar ahora Camón junto a nuestras últimas canciones sirve para ver, casi de golpe, toda la evolución del grupo».
Pero que nadie se engañe: aunque haya ecos de los inicios, Camón no es un ejercicio de regresión. Camón no mira hacia atrás con nostalgia, sino con picardía. Es un guiño al pasado, sí, pero también una patada hacia adelante. Una manera de recordar de dónde vienen mientras preparan lo que está por llegar. Porque aunque la semilla sea peruana y sesentera, el fruto es descaradamente Camellos: humor, energía impredecible, guitarras que muerden, imágenes que chisporrotean y esa personalidad intransferible que los ha convertido en una de las bandas más queridas y más libres de la escena madrileña.
Como primer adelanto de lo que será su décimo aniversario, Camón funciona casi como un manifiesto involuntario: un recordatorio de que la esencia de una banda no está en pulirlo todo hasta que brille, sino en dejar que algo salvaje permanezca, que no desaparezca la electricidad inicial, que siga habiendo riesgo, impulsos, cicatrices y decisiones que no se explican sino que se sienten.
Y así lo dicen ellos mismos: «Camón es una canción de imágenes automáticas, de guitarras que guían la historia, de una letra que se repite sin pretensión de explicar nada nuevo. Es volver a ese lugar donde todo empezaba sin saber muy bien hacia dónde iba».
El lanzamiento, además, llega en un momento simbólico para la banda. Diez años dan para mucho: discos, giras, himnos inesperados, letras coreadas, momentos de caos absoluto y momentos de lucidez repentina. Y escuchar Camón como primera pieza del aniversario es casi como encender una bengala en mitad del camino. Una señal. Un aviso. Una forma de decir: “Aquí estamos. Y lo que viene puede ir por cualquier sitio”.
Porque si algo caracteriza a Camellos es precisamente eso: la imprevisibilidad. Cada disco, cada canción, cada movimiento suyo lleva una dosis de humor, de comentario social oblicuo, de ironía fina y de rock retorcido que no se parece demasiado a nadie. Por eso Camón, siendo un tema de raíces, también es un tema de territorio nuevo: no se parece a Los Saicos aunque nazca de su impulso; no se parece exactamente a su primera época aunque la evoque; no se parece al Camellos actual aunque conviva con él. Es un híbrido, un artefacto, una pieza que sólo podría existir en la cabeza —y en el caos organizado— de Camellos.
Camellos también celebrará pertinentemente su X aniversario por todo lo alto con un concierto en La Riviera el próximo 6 de marzo de 2026, una fecha marcada en rojo, en fosforito y probablemente también en permanente. La banda promete una noche grande, de esas que se recuerdan por años (o que se olvidan por motivos igual de válidos), con invitados inesperados, sorpresas estratégicamente descontroladas y esa mezcla de caos, humor y electricidad que sólo ellos saben manejar sin que el edificio salga ardiendo. Quien quiera celebrar con ellos, o entender de qué va Camellos, o comprobar hasta dónde pueden llevar su propio invento diez años después, tendrá en La Riviera la respuesta.
Que empiece la fiesta.