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26.01.2023

‘Los años mejores’, el nuevo disco de Vera Fauna, saca brillo a lo cotidiano 

“¿Cuántos trenes hay que perder para estar a gusto en el andén?” Con esta pregunta, llena de hastío y supervivencia generacional, Vera Fauna inaugura su esperado segundo disco, ‘Los años mejores’.

Tras de la cálida acogida de su primer largo, “Dudas y flores” (Purple Moon y Ernie Records, 2020), el grupo se decide a ponerse en movimiento y a llamar a las cosas por su nombre. Los Vera Fauna, -Javier Blanco, Jaime de Sobrino, Juanlu Romero y Kike Suárez- abandonan la alucinada parálisis melancólica que les caracterizaba para poner en primer plano lo cotidiano, lo corriente y moliente, y expresarnos a través de ello la perfecta armonía en la que se encuentran su Ying y su Yang.

“Está to’ guay tener esta edad”, aunque no especifican cuál. “Los años mejores” es pura madurez emocional, nos habla de la convivencia armónica con las cosas buenas y malas de la vida. La juventud no es el divino tesoro que les han contado hasta el aburrimiento. La supervivencia pasa por malvender el tiempo al primer tiburón que pasa, dar gracias por un salario cutre pero que pague los recibos y alimentar de la mejor manera posible una nevera que, hasta la fecha, nunca se ha llenado sola.

Cogerse de su mano es dar un paseo por una Sevilla (o Cádiz) de cuyos rincones no pueden separarse las vivencias, memorias y sentimientos que nos van explicando sin dejarse nada en el tintero. La lucidez progresivamente adquirida con la absorción de las cosas duras de la vida se ve reflejada en un sonido cada vez más nítido. 

No son pocas las voces que coinciden en que Vera Fauna tiene un sello propio, aun con fuertes reminiscencias de héroes locales como Pony Bravo y paisajes sonoros que deambulan por el reggae, el blues o la psicodelia, pero sin abandonar ese hilo conductor de preciosismo lánguido. Todo fraguado en La Mina con Raúl Pérez, productor de los dos discos de la banda y corresponsable del encaje estético de la banda. 

Al disco se unen voces que llevan acompañando a la banda toda la vida, como la de Kiko Veneno, y otras que acaban de llegar para quedarse, como la de Carmen Xía, estrella emergente de San Fernando (Cádiz). También comparecen arreglistas de alto nivel, como Paloma Angulo o Sebastián Orellana, miembros de la nutrida constelación de artistas que conviven en Sevilla. Además, el grupo incorpora a sus filas a un quinto miembro, Alejandro Fernández, quien lleva más de un año asumiendo la responsabilidad de hacer brillar los vientos y las teclas en el hipnótico directo de la banda. 

En ‘Los años mejores’, la banda sevillana trabaja un disco conceptual partiendo de la observación de su alrededor y de hacerse preguntas a sí mismos. Si repasamos los once temas, en su psicodelia músical empieza a sonar «Peso Pluma» y lo hace con una retórica: «¿Cuántos trenes hay que perder para estar a gusto en el andén?» Condensando en la canción esa reflexión sobre aceptar la vida tal y como es, en una serie de frases que critican el sistema actual pero que dejan claro que entre tanta oscuridad siempre aparece algo de luz, una dualidad que nos lleva de la mano hasta la segunda pieza «Casa Carreras». El ritmo sube y nos colocamos en la posición de un residente observando los alrededores, la cotidianidad del barrio, nuevamente reflexionando sobre lo bueno y lo malo. Pasamos al que ya fuera single «Mira lo que tengo», en el que nos asaltan los pensamientos de todo eso que se supone que tendríamos que tener a nuestra edad, de todo lo que socialmente hemos aceptado como objetivos propios, hasta alcanzar el despertar estableciendo las metas reales, poniendo en su lugar los éxitos más preciados, los amigos.  

La psicodelia se apodera más y más. Ritmos mozárabes con toques ácidos nos marcan el paso al que debemos caminar. «Te veo bien» supone una sorpresa en nuestro paseo ¿Un antiguo amor se cruza en nuestro camino? y una frase que solemos decir cuando no sabemos qué decir envueltos en un sentimiento agridulce que nos lleva a más preguntas. 

Y como si comenzara la semana, termina, menudo día, ¡y aún es lunes! Porque así empieza «Martes» como si nos acabáramos de despertar, reflexionando sobre el día anterior, sobre cómo nos sentimos, preguntándonos qué haremos hoy; y todo ello, acompañados de Kiko Veneno. Y llegando al ecuador, comienza a sonar «Estrella de Papel», donde el ritmo pasa a ser más lento, con pequeños matices de bossa nova observando nuestra casa. 

«Voy temblando» oculta muchas cosas, ya no estamos en nuestro hogar, pero sí en la casa de alguien con quien podemos abrirnos. Queremos que el tiempo se detenga, pasar la noche en vela y que al día siguiente cuando salgamos, tengamos una sonrisa enorme en la cara. La gente nota nuestra paz y quizás haya alguien que sea el viento que sopla un poco la vela que nos permite aguantar toda la rutina. Sentimientos confusos y contradictorios que puede ser que aún no hayamos asimilado. Porque en «Tres Primaveras» nos llenamos de dudas sobre todo lo que nos está pasando, en una letra críptica que pretende hacernos reflexionar. 

Así, confundidos, desembocamos en «No quiero nada» y en ese miedo a que nos hagan daño, volver a sentir dolor. Las múltiples colaboraciones en esta canción aportan con sus diferentes voces y ritmos toda esa marabunta de opiniones que escuchamos en nuestra cabeza ante ¿el amor? ¿Qué hacemos? En «Al Dolor», recurrimos a viejos hábitos, algunos buenos, otros malos, a ese masoquismo de a veces regodearnos en el dolor pero que acabamos superando poco a poco, nos levantamos, a veces antes, a veces remoloneamos un poco más. Y vuelve ese tono agridulce que hace que terminemos echando la vista atrás en la historia de este nuevo trabajo de la banda sevillana, y que vivimos en la «Espuma» como metáfora de lo efímero, de disfrutar de lo que ocurre cuando llega. Porque entonces comienza a intercambiarse un diálogo entre los instrumentos, ese Yin y Yang del que hablábamos al principio. La vida ya es muy complicada quizás para pensar demasiado a veces y «me conformo con estar», grita.

Son las experiencias vividas, buenas y malas, lo que nos ha convertido en lo que somos; pertenecemos a los lugares y las personas con las que queremos compartir, y a quienes debemos cuidar. De eso, de la vida en sí misma y el momento de madurez en el que comenzamos a entender que jamás vamos a entender nada, trata ‘Los años mejores’; del día a día. Porque lo cotidiano puede convertirse en extraordinario, y al revés, si no tenemos cuidado, lo extraordinario pasa a ser algo que damos por sentado. Todo se puede ir sin darnos cuenta.

Extraordinario resulta también el formato físico, un vinilo con diseño de Rosa Gallardo, de Neuma Estudio, en el que presentado algo tan normal cotidiano como una nevera, logra convertirla en espejo y condensar en ella todas esas cuestiones vitales que aborda la banda. Resulta una auténtica joya en la que cada milímetro presenta un detalle que encaja en el todo, imperdible.

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